sussy santana

La hierba se ve de lejos pero cuando llega del trabajo está cansado y no tiene pilas para cortarla. Los vecinos señalan la casa como si fuera una mala palabra sobre la acera. El domingo se levanta y se sienta en el patio sobre la maleza, prende un cigarro que le trajeron de Cuba hace tiempo. La yerba le da picazón, ahora tiene raquiña, está molesto, apaga el cigarro. Agarra la máquina y se vuelve “Terminator”. Acaba con la yerba rapidísimo. La máquina le pasa por un zapato y le corta un dedo, ahora si que está como el Diablo. Afuera los vecinos están felices.

Salió del salon de belleza con un swing, cada vez que se alisaba lo moño le pasaba igual. La garantía de la aceptación es su enemiga mortal. Los tigueres del barrio le voceaban: _Diablo mami! Y ella seguía caminando muy digna, más rápido pero no pierde el swing ni que la maten. “Testimonio” La crema milagrosa que promete acabar con las estrías es un engaño mas de los degraciados esos. Tengo tres meses untándomela religiosamente y las jodías estrías siguen ahí, atormentandome la vanidad. Ta’ bueno demandarlo. Voy a quemar el producto en una hoguera de períodico. Es más, se la voy a regalar a mi amiga Tania y le voy a decir que es una maravilla.

A menudo veo las palomas enfermizas del Parque Colón cagándose encima del Almirante. Tiñéndole de verde olivo la cabellera. Salen volando alborotadas cuando los carajitos le caen atrás. Mientras al otro lado del parque el viejito que vende maíz me tiene loca con la gritadera: Maíz! Maíz! Los perros viratas cogen freco con sus barrigas peladas, seguramente soñando con una pata de pollo. Creo que voy a ir a comprar una fundita de maíz, vengo ahora.